Segundo resumen del libro. “Entre ficción y mentira Umberto Eco y la semiótica de la cultura”
EL PLAN DE LA
SEMIÓTICA GENERAL
LA CIENCIA DE LOS SIGNOS.
Se
le atribuye a Galeno (c.129-199) el uso de semiótica como la ciencia de los
síntomas. Un concepto más preciso lo encontramos
en el siglo XVII, cuando Locke propone el término en su Ensayo sobre el
entendimiento humano para indicar la doctrina de los signos, No obstante, el
reconocimiento de la semiótica como ciencia no se da hasta ya entrada la
segunda mitad del siglo XX. Roland Barthes afirmó que la semiología es una
ciencia que está por hacer, y apenas con Morris, en 1971, el concepto se
entiende como una teoría de la semiosis.La lengua es un
sistema de signos que expresan ideas, Sólo que es el más importante de todos
esos sistemas. Nosotros la llamaremos semiología (del griego semeion ‘signo’).
Ella nos enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan.
La lingüística no es más que una parte de esta ciencia general.
La definición de
Saussure utiliza la noción de signo como la unión de un significado con un significante,
deja fuera del ámbito de la semiótica algunos fenómenos de hecho semióticos.
Para Peirce la semiología
es la naturaleza esencial y las variedades fundamentales de la semiosis posible,
donde semiosis es una acción, una influencia que es o envuelve, una cooperación
de tres cuestiones; un signo, su objeto y su interpretante.
En
tanto que para Saussure, la naturaleza del signo
es diádica y arbitraria y signo es «la combinación del concepto (significado) y
de la imagen acústica (significante)» los signos expresan las ideas de un emisor
que son comunicadas a un destinatario, como sucede con la fiebre, como un
síntoma, para un médico.
Esto implica que
existen algunas convenciones interpretativas o códigos incluso en la manera en que
intentamos descifrar los fenómenos naturales.
Un signo o representante, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter. Este signo creado es lo que yo llamo el interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de ese objeto no en todos los aspectos, sino sólo con referencia a una suerte de idea, que a veces he llamado el fundamento del representante (Peirce).
el argumento se
reduce a que toda síntesis proposicional implica una relación significativa, es
decir, una semiosis o acción del signo, El interpretante es el signo
equivalente o un signo más desarrollado que el original, causado por éste en la
mente de quien interpreta, el interpretante los relaciona y el objeto origina
la relación.
SEMIÓTICA Y
CULTURA
De procesos de
comunicación son las relaciones de rasgos definitorios
de la cultura, y en parte, al orden con que nos encontramos estos fenómenos a la
noción de sistema como estructura.
Una
hipótesis radical que afirma que todo fenómeno cultural debe estudiarse como un
fenómeno semiótico. En este sentido, la cultura es comunicación, y así, un
sistema de codificaciones estructurado. Sin embargo, al afirmar que cualquier aspecto
de la cultura tiene, al menos, una manera de convertirse en una unidad
semántica y los fenómenos culturales son contenidos de una comunicación, es
decir, porque el proceso de la semiosis comienza y los sistemas de significados
se establecen en estructuras que obedecen a las leyes de las formas
significantes.
UN EMBALSE COMO
ESTRUCTURA DE COMUNICACIÓN
En el embalse
habría un sistema que al llegar el nivel de agua al punto 0, activaría un
transmisor que emitiría una señal. Esta señal circula por un canal y es captado
en el valle por un aparato receptor. El receptor, a su vez, reconvierte la
señal constituyendo un mensaje dirigido a un destinatario.
Podríamos
aun complicar más el código, introduciendo todo un repertorio de símbolos
mediante ciertos elementos de redundancia. Así, además, podríamos comunicar otros
tipos de mensajes según la combinación de las luces, que serán combinaciones
del código. En el entendido de este modelo de comunicación como opción binaria,
Eco afirma que el valor de la información no se identifica con la noción que
nos es comunicada; más aún, lo que nos es comunicado carece de importancia
frente al número de alternativas necesarias para definir el acontecimiento sin
ambigüedades.
Es necesaria la
intervención del código, el cual interpone una función ordenadora. Un mensaje
seleccionado entre un número muy elevado de símbolos (con muchas combinaciones
posibles), sería altamente informativo, pero intransmisible, ya que requeriría
un gran número de selecciones binarias. Al introducir un código se limitan las
posibilidades de combinación de los elementos y se reduce el número de los que
constituyen el repertorio.
EL
UNIVERSO DEL SENTIDO
Entonces los códigos
no son uno solo y no son comunes y el propio mensaje se convierte en una fuente
de información; así, en algunos casos, incluso, el emisor y el destinatario
discutirán el código. Nos introducimos así en el universo del sentido.
La
relación entre el símbolo y el referente es irrelevante, primero, porque el
valor semiótico del significante dependería de su valor de verdad, y segundo,
porque el objeto a que se refiere el significante tendría que individualizarse,
lo que haría imposible toda comunicación. El significado de un término es una unidad
cultural constante. Estas unidades serán llamadas por Eco unidades semánticas,
y se reconocerán insertas en un sistema.
El interpretante
es el significado de un significante, considerado en su naturaleza de unidad
cultural, ostentada por medio de otro significante para demostrar su
independencia (como unidad cultural) del primer significante.
LA ESTRUCTURA
AUSENTE.
Los conceptos de
denotación y connotación, Eco introduce la distinción entre código y léxico.
Apunta que todo hablante utiliza un lenguaje en sentido denotativo, pero no
todo hablante es consciente de su connotación; de esta manera, mientras que los
significados denotativos los establece el código, los connotativos son
establecidos por subcódigos, o léxicos específicos. Esta distinción evoca el
par de conceptos saussurianos habla y lengua.
Saussure decía
que mientras que el habla es lo individual; el lenguaje en acción, la lengua es
esencial; sistema o estructura, (social en su esencia e independiente del
individuo).
Según la primera,
la estructura es un sistema de cargada cohesión interna, tal como ocurre en la
lengua de Saussure. A esta postura Eco la identifica como estructuralismo
ontológico.
En la segunda,
la estructura aparece sólo cuando la comparación de diferentes fenómenos o su
reducción nos conducen al sistema de relaciones. A esta postura Eco la llama
estructuralismo metodológico.
Eco rechaza la
versión ontológica del estructuralismo. Asimismo, aduce dos razones más. Una,
que el código es múltiple y mudable, y que un mismo mensaje se puede
descodificar a partir de criterios distintos en virtud de esta multiplicidad propia
de las culturas. Dos, que además de que hay distintas referencias implicadas
(el razonamiento y la ideología.), el entrecruzamiento y complejidad del código
y sus significantes dependen, también, de la circunstancia de la comunicación.
Desde esta noción, Eco introduce la de estructura sintáctica (un
estructuralismo metodológico).
En otras
palabras, el código interviene en la situación para limitar y clasificar unas
ciertas posibilidades de comunicación, pero la circunstancia cambia el sentido
del mensaje y llega a cambiar la función, e incluso, el grado de la
información.
EL
MENSAJE ESTÉTICO
En su ensayo de
1960, Lingüística y poética (1981a), Jakobson relaciona funciones y factores y
explica cómo el predominio de los segundos determina los primeros. En otras
palabras, cómo la estructura verbal de un mensaje depende de la que sea su
función predominante.
La llamada
función referencial; la ordenación centrada en el destinador (emisor) fija la
función emotiva o expresiva. De igual manera, la orientación hacia el
destinatario ordena la función conativa (imperativa) y la que se orienta hacia
el contacto (canal), la fáctica. Finalmente, la función metalingüística es dada
por la ordenación al código, y la disposición hacia el mensaje, establece la
función poética.
Eco aborda el
problema del mensaje estético en La estructura ausente afirmando: un mensaje
con función estética está estructurado de manera ambigua, teniendo en cuenta el
sistema de relaciones que el código representa. Jakobson había afirmado ya que para
encontrar el criterio lingüístico empírico de la función poética se tiene que
remitir a los dos modos básicos de conformación que se emplean en la conducta
verbal, a saber, la selección y la combinación. Algunas características de la
ambigüedad y autorreflexión serían:
(a) Los significantes
adquieren significado por interacción contextual.
(b) La materia
delos significantes no es arbitraria respecto de los significados; en el
mensaje estético, incluso la substancia de la expresión tiene una forma.
(c) El mensaje puede
abarcar varios niveles de realidad.
El mensaje
ambiguo permite hacer un número de elecciones interpretativas, en las que cada
significante se carga de nuevos significados, no a la luz del código, sino del
idiolecto que organiza el contexto.
Transforma
continuamente sus denotaciones en connotaciones y sus significados en
significantes de otros significados. la experiencia de la comunicación estéticaactúa
una experiencia que no puede ser reducida cuantitativa o estructuralmente. Un
palacio del Renacimiento, dice Eco, es algo más que el plano, la sección, los
diseños; cuando la miro y toco, experimento sensaciones no comprobables, aunque
sean parte de la fruición. La experiencia estética no se reduce, entonces, a
una de sus dimensiones.
Dada la
ambigüedad del mensaje, estos hechos distintos están previstos en el contexto.
Por esto, Eco va segura que la semiótica se encarga de la obra como
mensaje-fuente, es decir, como idiolecto-código. De ahí que la noción información
estética sea sólo una serie de posibilidades.
Otra
particularidad de la comunicación estética es el efecto de distanciamiento, resulta
cuando un autor utiliza palabras u otros signos de una manera distinta a la
conocida.
Cada obra ofende
el código, pero al mismo tiempo lo fortalece. Cada obra invita al receptor al
código; lo incomprensible del mensaje estético está basado en la dialéctica
descrita, que es una dialéctica entre la libertad de interpretación y la
fidelidad al mensaje.
LA
SEMÁNTICA DE LA METÁFORA
Eco critica la
ilusión de la expresividad, siguiendo las nociones que configuran el mensaje
estético.
METÁFORA Y
METONIMIA
Los códigos nos
permiten enunciar lo mismo eventos que el código no preveía que juicios metasemióticos,
los cuales ponen en entredicho la validez del código mismo. Es decir, los
códigos que debían tener estructurado el sistema de conocimiento del parlante
pueden generar mensajes que ponen en duda la estructura del código.
En el lenguaje
cotidiano, mucho antes del lenguaje propiamente estético, los hablantes usamos
distintos tipos de metáforas y figuras retóricas particularmente mediante las
sustituciones metonímicas, que para Eco, serán la base de todo traslati.
Estos campos
semánticos permiten dos tipos de relación metonímica, la codificada, dentro de
la estructura del campo semántico, y la codificante, aquella que nace en el
momento en que la estructura de un campo semántico se debilita y se reordena
para dar vida a una nueva estructura. La relación codificada corresponde a los
llamados juicios semióticos mientras que la codificante lo hace a los juicios
factuales.
Cada explicación
que lleve el lenguaje a la metáfora, reporta una explicación analógica
(metafórica) del lenguaje, y supone una doctrina de la creatividad lingüística
idealista. Se puede apoyar la explicación de la creatividad del lenguaje sobre
cadenas metonímicas, fundadas sobre estructuras semánticas, para reconducirla
así a una descripción del lenguaje fundada sobre un modelo de traducción
binaria.
Es importante
apuntar, como lo hace Eco, que el problema de la creatividad del lenguaje no
surge sólo en el ámbito del discurso poético, sino cada vez –toda vez– que el
lenguaje debe inventar posibilidades combinatorias o uniones semánticas no
previstas por el código.
Estrictamente
hablando, el aspecto semántico no explica cómo la metáfora pueda tener también
una función estética; la esteticidad de una metáfora se logra, también, por los
elementos contextuales o por las articulaciones de características
suprasegmentales.
IL GESTO CHE MANDRAKE FA
En Semántica de
la metáfora, decíamos, Eco toma varias figuras más del Finnegans Wake para
demostrar que la metáfora se funda en relaciones metonímicas. Minucio Felice,
apunta Eco, era un abogado también, apologista y defensor del cristianismo, lo
que lleva a Eco a entender la relación entre el mago y el padre de la Iglesia;
se trata de la lucha entre la iglesia irlandesa y la católica. En una primera
versión del pasaje de 1924, según Eco, Mandrake no aparece. Para Eco la razón
es clara: El personaje de Lee Falk y Phil Davis nace hasta 1934, a partir de
entonces la conexión metafórica es posible.
Al establecerse
la relación entre Minucius y Mandrake, se renuncia al conector Felix, pero el
lector, opina Eco, puede relacionarlos por una serie larguísima de terceros
elementos que da el contexto general del libro. Esto se puede comprobar en un
análisis de los pun que constituyen contigüidades forzadas de palabras. Estos pueden
darse de dos maneras: Por semejanza de los significantes, como en slipping
donde hay una analogía fonética entre /sleep/ (dormir) y /slip/ (resbalar,
desliz), y por semejanza de los
significados, como en scherzarade, de scherzo (broma) y sciarada. Los ejemplos
son de Eco.
Este momento en
el que se renuncia al tercer elemento, Eco lo llama corto circuito metafórico,
y esto es lo que hace creativo un juego de palabras o la creación de una metáfora.
METÁFORA,
METONIMIA Y ESTRUCTURA DE LA LENGUAD
Desde Jakobson,
metáfora y metonimia son explicadas como dos formas de sustitución que se
actualizan una sobre el eje del paradigma y la otra sobre el eje del sintagma.
Siguiendo esta idea, Eco se pronuncia por utilizar el Modelo Q como una forma
de explicación de estas figuras retóricas, aunque, en el ejercicio, la
explicación de la metáfora recurra, precisamente, a una metáfora.
Ahora bien, se
pueden realizar conexiones que no se hayan pensado, pero indudablemente, el
modelo es un campo de posibilidades. Tenemos, por tanto, un mensaje ambiguo. Digamos
pues que la función estética del lenguaje tiende a crear conexiones no sólo
existentes, sino posibles, dentro del código. Por otro lado, la conexión
metonímica es posible merced a alguno de los siguientes tipos de contigüidad: Contigüidad
del código, cuando por ejemplo, /corona/ sustituye rey; contigüidad del contexto, cuando la sustitución
se entiende solamente en el acuerdo de elementos de la narración, y contigüidad
del referente. Este último se obtiene haciendo violencia al código, pero en
términos estrictos no es un juicio semiótico, sino un juicio factual, y no debe
confundirse con el juicio de fábula, donde no existe propiamente una figura
retórica.
El
Sistema Semántico Global no es completamente estructurable, por lo que se debe
suponer que sólo en teoría cada unidad semántica se una a todas las otras; en
la práctica hay millones de valencias vacías; conectarlas sin razón aparente es
hacer una metáfora falsa o equivocada.
La metáfora
aceptable es retórica y se basa en el hecho de que su fundamento metonímico es
evidente, pero le falta la tensión, la ambigüedad, la dificultad que
caracteriza el mensaje estético. Al contrario, una metáfora débil o falsa,
desentona, ésta se da cuando a la inconmensurable distancia entre el vehículo y
proporción del plano del contenido semántico corresponde una débil necesidad en
el plano de la forma de la expresión.
Nace
primeramente de un cambio físico y luego se transforma en conocimiento
semiótico, pero la metáfora nace dentro de la semiosis y cuando finalmente se
transforma en conocimiento completa un ciclo. Al final, hay que decir que la
misma estructura tiene contradicciones internas y que estas contradicciones se
superan sólo cuando nace una nueva estructura.
Volviendo al
Modelo Q, tendríamos que aceptar, entonces, que dicha estructura está regulada
por un código y que existe siempre la posibilidad de que en el código haya
alguna contradicción. En otras palabras, si una unidad cultural, por
recorridos, se conecta con alguna otra unidad, el modelo Q contiene las condiciones
para que la oposición que le une con la equivalencia sea contradicha.
MENSAJE ESTÉTICO, METÁFORA, METONIMIA,
ESTRUCTURA, CONTRADICCIÓN
Eco reconoce que
la ambigüedad hace que el mensaje resulte inventivo respecto de la posibilidad
comúnmente reconocida en el código, hay alteraciones en el orden de la forma de
la expresión y alteraciones que hacen que el destinatario, advirtiendo un
cambio en la forma del contenido, sea obligado a volver al mensaje mismo, para
observar la alteración en la forma de la expresión, reconociendo una suerte de
solidaridad entre ambas alteraciones.
En
un ejercicio lúdico, Eco supone que Adán y Eva en el edén elaboran una serie de
unidades semánticas, estas unidades semánticas se estructurarían en seis ejes:
(1) Sí vs. No. (2) Comestible vs. No comestible. (3) Bien vs. Mal. (4) Bello
vs. Feo. (5) Rojo vs. Azul. (6) Serpiente vs. Manzana.
La denotación
entra en contraste con la connotación y sucede que esta contradicción ya no
puede ser expresada en el lenguaje denotativo normal, La manzana es roja, es
azul, y Adán y Eva tienen que indicar la manzana con una especie de metáfora El
rojo-azul.
Por último, Eco
dice que el orden del lenguaje no es absoluto; en algún punto, Adán pasa del
universo de los significantes culturalizados a aquel de la experiencia y se
reencuentra con los referentes, descubriendo nuevas categorías culturales; de
esta manera, el lenguaje le amplía el mundo, y así, Adán descubre que el orden
no existe.
EL
TRATADO DE SEMIÓTICA GENERAL
-UNA TEORÍA DE LA MENTIRA
Es en muchos
sentidos una revisión de las ideas de La estructura ausente. Eco anuncia su intención
de utilizar el concepto de función semiótica y no el de signo, para así
distinguir, en el marco de la teoría de los códigos, significación de
comunicación. Por principio, la teoría de los códigos desarrolla lo que Eco
llama semiótica de la significación mientras que la teoría de la producción de
los signos corresponde a la semiótica de la comunicación, distinción que no
corresponde a la que existe entre lengua y palabra ni a la de competencia y
resultado (compétence, performance).
El análisis de
la noción de signo como el punto de partida de una semiótica general y su justificación
como una realidad cultural que implica no sólo la relación significado-significante
sino la convención. De la misma manera, este análisis deberá considerar que lo
que el signo sustituye no debe existir necesariamente ni subsistir siquiera en
el momento en que el signo la represente. (2) El análisis de la relación entre
una semiótica de la significación (teoría de los códigos) y una semiótica de la
comunicación (teoría de la producción de los signos) como de la relación entre
signo y cultura. (3) La cultura como una realidad plausible de análisis semiótico
y no como una entidad semiótica.
LAS FRONTERAS DE
LA SEMIÓTICA
También incluye
Eco en el dominio semiótico la paralingüística, la semiótica médica, que
incluiría la interacción médico-paciente, la cinésica y la proxémica. Forman
parte de este dominio, las lenguas naturales, pero además, sistemas más culturalizados,
como los lenguajes formalizados o científicos, los sistemas gramatológicos o
los sistemas musicales.
En los niveles
más complejos, frontera norte, estarían las tipologías de las culturas, la
estética y las comunicaciones de masas. El otro tipo de límite, el natural,
está marcado no por una suerte de acuerdo sino por la naturaleza misma. Estos
son límites que la investigación semiótica no puede traspasar, ya sea porque
hacerlo nos pondría en un terreno no semiótico o porque nos colocaría frente a
fenómenos cuyo carácter semiótico ha sido negado.
Eco reconoce dos
tipos de supuestos signos que escapan a una definición en términos
comunicativos, (1) los fenómenos físicos que proceden de una fuente natural, y
(2) los comportamientos humanos emitidos inconscientemente.
Desde un
significado antropológico del término cultura, exhibe tres fenómenos culturales
elementales que aparentemente carecen de función comunicativa: (1) la
producción y uso de los objetos que transforman la relación del hombre con la
naturaleza; (2) las relaciones de parentesco como núcleo de las relaciones
sociales institucionalizadas y (3) el intercambio de bienes económicos. Estos
tres fenómenos son constitutivos de cualquier cultura, y tenderían a mostrar
que la cultura por entero es un fenómeno de significación y comunicación.
Eco postula dos
hipótesis sobre la cultura: (1) la cultura por entero debe estudiarse como un
fenómeno semiótico, siendo no otra cosa que un sistema de comunicaciones, y (2)
todos los aspectos de la cultura pueden estudiarse como contenidos semióticos.
EL CAMINO DEL
SIGNO
En su Curso,
Ferdinand de Saussure afirma que la ciencia de los hechos de la lengua ha
pasado tres fases sucesivas: (1) La de la gramática, desde los griegos, la
lógica y el desinterés de la lengua misma. (2) La de la filología, desde
Friedrich August Wolf a los días de Saussure, el objeto no es sólo la lengua,
sino fijar, interpretar, comentar los textos de la historia literaria, de las
costumbres, de las instituciones, a través de la crítica. (3) Cuando se
descubre que se pueden comparar las lenguas entre sí, a través de la filología
comparativa o la gramática comparada.
La lingüística
debe diferenciarse de la etnografía, de la prehistoria, de la antropología,
recordando que Saussure, en cuanto considera el lenguaje un hecho social,
incorpora su estudio no a la sociología, sino a la psicología social. Para el
lingüista suizo, todo es psicológico en la lengua, incluso lo fonético, su
aspecto material y mecánico.
Saussure define
el objeto de la lingüística diciendo que el fenómeno lingüístico presenta dos
caras: (1) Las sílabas como impresiones acústicas, que no existirían sin los
órganos vocales. (2) Dado que el sonido no hace el lenguaje, entonces, el
sonido, junto con la idea, forma una unidad compleja, fisiológica y mental. De
manera que (3) El lenguaje tiene un lado individual y un lado social y (4) El
lenguaje implica un sistema establecido y una evolución.
Al separar la
lengua del habla, se separa lo que es social de lo que es individual, o dicho
de otro modo, lo que es esencial de lo accesorio. La lengua no es tanto como la
función de un sujeto hablante, sino el producto que el individuo registra
pasivamente, ya que nunca supone premeditación. La lengua es un objeto bien
definido en el conjunto de los hechos de lenguaje, de naturaleza concreta,
depósito de las imágenes acústicas y escritas, forma tangible de las imágenes,
y por tanto, un objeto que puede estudiarse por separado.
COMUNICACIÓN,
CÓDIGO Y SIGNIFICACIÓN
Eco
destaca que en un modelo básico de comunicación es el código el artificio que
asegura que la transmisión de información desde la fuente al destinatario sea
capaz de provocar una respuesta determinada.
El análisis del
sistema de comunicación, por código se pueden entender al menos cuatro
fenómenos diferentes: (1) Un sistema sintáctico, conformado por una serie de
señales reguladas por leyes combinatorias internas pero no necesariamente
conectadas; (2) Un sistema semántico conformado por una serie de nociones; (3)
Una serie de posibles respuestas de comportamiento por parte del destinatario independientes
del sistema, y (4) Una regla que asocia elementos del sistema sintáctico con elementos
del sistema semántico o con la serie de posibles respuestas. Este tipo complejo
de regla es el único que puede llamarse propiamente código.
Los s-códigos son
pues estructuras o sistemas en los que los valores particulares se establecen
mediante posiciones y diferencias y que se revelan sólo cuando se comparan
entre sí fenómenos diferentes mediante la referencia al mismo sistema de
relaciones.
La información
en cuanto la disposición de una fuente natural, conduce a una teoría
estructural de las propiedades estadísticas de la fuente y (2) la información
en cuanto información disponible después de que un s-código reduce la
equiprobabilidad de la fuente, que resulta en una teoría estructural de las
propiedades generativas de un s-código. En cuanto a la segunda definición, (3)
la información como el paso, a través de un canal, de señales o estímulos,
refieren a procesos en que se transmiten unidades de información no
significantes. Por último, (4) la información como paso, a través de un canal,
de señales que desempeñan una función comunicativa.
En este sentido,
un s-código introduce posibilidades de comunicación a través de sus criterios
de orden.
EL SIGN-FUNCTION
O FUNCIÓN SEMIÓTICA
Eco se plantea el
problema de la expresión y el contenido: «en realidad hemos de explicar por qué
algunas unidades significantes, sistematizadas de manera determinada, son aptas
para transmitir determinados significados».
El signo es una
entidad de dos caras, significante y significado, como lo entiende Saussure; en
este caso, el significado forma parte del signo, es un componente del lenguaje
y el código asocia un significante con un sistema semántico.
En cuanto un
signo está constituido por uno o más elementos de un plano de la expresión, en
correlación con uno o más, elementos de un plano del contenido, Eco está
dispuesto a aceptar la definición de Saussure, pero esto implica (1) Que un
signo no es una entidad física, ya que a lo más lo es su expresión, y (2) que
un signo no es una entidad semiótica fija, sino el lugar del encuentro de
elementos independientes, asociados por una correlación dada. «Hablando con
propiedad, dice Eco, no existen signos, sino funciones semióticas.»
Los signos son
resultados provisionales de reglas de codificación que establecen correlaciones
transitorias en circunstancias previstas por el código, es decir, no es que el
código organice signos, sino que éste proporciona las reglas que los generan.
Lo que
constituye una connotación es que ésta se establece parasitariamente a partir
de un código precedente y que no puede transmitirse antes de que se haya
denotado el contenido primario.
Una vez
establecida la convención, la connotación se convierte en funtivo estable de
una función semiótica cuyo funtivo subyacente es otra función. Así, un código
connotativo puede definirse como subcódigo, ya que se basa en un código-base.
Un tercer
sistema puede relacionarse si una convención social, cultural, o cualquier
forma de expectativa arraigada lleva a relacionar el primer código denotativo
con otros contenidos. En este caso tendríamos un código connotativo doble.
Habiendo una convención triple, podemos hablar de tres mensajes. Esto no quiere
decir solamente que un código pueda producir muchos mensajes, ni que distintos
contenidos puedan ser transmitidos por el mismo significante.
EL CAMINO DEL
SENTIDO
El problema del referente
concierne propiamente a una teoría de la producción de los signos, Eco explica
la falacia referencial como parte del funcionamiento semiótico del significado,
una vez establecido un sistema semiótico, y convencionalizado su código, el
funcionamiento semiótico no cambia, incluso, ante la posibilidad de una
mentira. En este sentido, función semiótica significa posibilidad de significar
«algo a lo que no corresponde un determinado estado real de hechos.»
Significación y
mentira son entonces conceptos que se corresponden, y así la semiótica se
enfrenta al umbral entre las condiciones de la significación y las condiciones
de verdad, es decir, entre una semántica intencional y una semántica extensional.
Una teoría de
los códigos no es necesario recurrir al concepto de extensión; los códigos
constituyen un mundo cultural ni actual ni posible, su existencia es cultural y
constituye el modo como piensa y habla una sociedad que «mientras habla,
determina el sentido de sus pensamientos a través de otros pensamientos y éstos
a través de otras palabras.»
EL
INTERPRETANTE PEIRCEANO
Para Peirce, el
interpretante es lo que el signo produce en la casi-mente del intérprete, y a
fin de cuentas, «otra representación referida al mismo objeto.» El
significado de una representación no puede ser otra cosa que una representación.
De hecho, no es sino la representación en sí, concebida como despojada de sus
vestiduras menos relevantes. Pero dichas vestiduras no pueden eliminarse del
todo: simplemente se las substituye por algo más diáfano.
Así, se da una
regresión infinita. Por último, el interpretante no es sino otra representación
a la que confía la antorcha de la verdad: y como representación tiene interpretante.
La virtud del
concepto de interpretante consiste en que nos muestra que tanto la
significación como la comunicación circunscriben las unidades culturales de
modo asintónico, «sin llegar a tocarlas directamente, pero volviéndolas de
hecho accesibles a través de otras unidades culturales»
Ciertamente las
unidades culturales son abstracciones, pero se encuentran materializadas por el
hecho de que la cultura continuamente traduce unos signos e otros, unas definiciones
en otras, palabras en iconos, iconos en signos, etc. A fin de cuentas, las
unidades culturales se convierten en postulados semióticos dentro de la
actividad social. Eco las llama, entidades etic.
DICCIONARIO Y ENCICLOPEDIA
Eco limita el
concepto de interpretante a tres categorías semióticas en particular: (1) Como
el significado de un significante, es decir, una unidad cultural transmitida
por otros significados, independiente semióticamente del primer significado.
(2) El análisis intencional o componencial
mediante el que una unidad cultural es segmentada en marcas semánticas y
presentada como semema en diferentes combinaciones textuales. (3) Cada una de
las marcas que componen el árbol componencial de un semema.
Una unidad
cultural subsiste y es reconocida en la medida en que existe otra de valor
diverso. La relación entre varios términos de un sistema de unidades culturales
es lo que quita a alguno de ellos lo que tiene de los otros.
Las selecciones
contextuales registran otros sememas comúnmente asociados con el semema
representado. Las selecciones circunstanciales registran otros significantes
que pertenecen a diferentes sistemas semióticos, o bien signos ostensivos que
suelen producirse junto con el significante. Ambos son llamados intercambios o
conmutadores de amalgama.
Una teoría de
las circunstancias no requiere una semántica del lenguaje verbal sin un fondo
semiótico general de varios códigos interconectados; las mismas circunstancias
estarán sujetas a tratamiento y convención semiótica.
EL MODELO Q
En el modelo
reformulado de Eco todo se reduce a unidades culturales, aunque la pregunta por
las unidades culturales es similar, «nos encontramos frente a hechos léxicos que
explican otros hechos léxicos»
La forma del
contenido, se basa en una masa de nudos interconectados entre sí por diferentes
tipos de vínculos asociativos. Para cada significado de lexema debe existir un
nudo que previera como patriarca suyo el término por definir, type en la
terminología peirceana.
Este modelo
prevé la definición de cualquier signo gracias a la interconexión con el
universo de todos los demás signos en función de interpretantes, cada uno
dispuesto a convertirse en el signo interpretado por todos los demás. Es pues,
la imagen de un proceso de semiosis ilimitada. El modelo Q es ya una porción
del Universo Semántico en el que el código interviene para establecer
atracciones y repulsiones.
LA TEORÍA DE LA
PRODUCCIÓN DE LOS SIGNOS
Corresponde a
una semiótica de la comunicación, y así, a una parte de la teoría de Eco que
tiene que ver totalmente con la praxis, la pragmática. . Existe también un
trabajo al articular las unidades de la expresión, que concierne a la elección
y disposición de los significantes.
Existe un
trabajo también para cambiar los códigos, para la manipulación estética de los
códigos y por los discursos ideológicos cuando éste conmuta de código a código.
Esta conmutación de códigos se realiza también
en los textos estéticos, aunque de manera planificada.
JUICIOS
SEMIÓTICOS Y JUICIOS FACTUALES
Eco establece
una relación entre la distinción clásica que existe entre juicios analíticos y
sintéticos y los juicios semióticos y factuales. Un juicio semiótico es «un
juicio que predica de un contenido determinado las marcas semánticas que ya le
ha atribuido un código preestablecido» y un juicio factual es «un juicio que
predica de un contenido determinado marcas semánticas que no le haya atribuido
previamente el código.»
El acto de
referencia es que el que pone un enunciado en contacto con la circunstancia
concreta mediante el índice. Esto nos permite señalar existencias concretas (y
verdaderas) y no sólo asertar sobre lo inexistente. Esto transforma el aserto
en entidad semiótica.
Los conceptos de
los objetos, pues, deben considerarse semióticamente, y así, también las ideas
son signos. Pensar también es poner signos en relación.
SÍMBOLOS,
ÍNDICES O ICONOS
Existen
diferentes tipos de signos o modos de producción de signos, que muchos de estos
comprenden un tipo de relación con su contenido diferente al de los signos
verbales (es decir, hay un lenguaje no verbal) y que todos estos pueden ser
definidos en un aparato categorial unificado.
Para Eco, el
icono no reproduce las propiedades del objeto, si bien ciertas condiciones de
la percepción del objeto exhiben ciertos aspectos del objeto que es reconocido
como pertinente. Eco dice que si hay signos motivados por, semejantes a,
análogos a o vinculados naturalmente a su objeto, entonces dejaría de ser
aceptable la definición de función semiótica.
LA INVENCIÓN Y
EL TEXTO ESTÉTICO
Eco afirma que hay que instituir la correlación y hacerla aceptable. El producto de la invención es siempre un signo impreciso. Las invenciones se disponen a lo largo de un continuum graduado sujeto más a hipocodificación que a codificación propiamente dicha. El producto de la invención son textos y no signos particulares, por lo demás, los habitualmente llamados signos son el resultado de diferentes modos de producción.
El ejemplo más
claro de la invención lo encontramos en el texto estético. Las normas dependen de subcódigos
estilísticos que determinan connotaciones particulares a bloques sintácticos y
representan un caso de hipercodificación.
Eco asegura que
en el texto estético se continúa el proceso de pertinentización del continuum
expresivo, con lo que se llega a una forma de expresión más profunda. En el
goce estético la función de estas marcas es importante, porque la materia tiene
un carácter relevante semióticamente. En el trabajo estético cualquier
diferencia asume valor formal, lo que significa que incluso los rasgos
individuales que el habla no tiene en cuenta adquieren importancia semiótica.
En el trabajo
estético cualquier diferencia asume valor formal, lo que significa que incluso
los rasgos individuales que el habla no tiene en cuenta adquieren importancia
semiótica, es decir: «la materia de la substancia significante se convierte en
un aspecto de la forma de la expresión.»
Eco concluye, la
definición semiótica del texto estético nos proporciona un modelo estructural
de un proceso no estructurado de interacción comunicativa. El texto estético es
así, la fuente de un acto comunicativo que es imprevisible, cuyo autor
permanece indeterminado y así, colabora en su expansión semiósica.
Referencias:
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